El Reino de los Cielos está en ustedes
En el בְּשׂוֹרַהְBesorah del Pacto Renovado, el conocimiento de יַהוֶהְ Yahveh atraviesa por la genuina transformación de cada ser humano. Al orar y leer el בְּשׂוֹרַהְBesorah con atención en la profundidad de sus letras y no en la superficialidad, descubrimos como יַהשׁוּעָהְ Yahshuah El Mesías transmite la autenticidad de Su enseñanza por la búsqueda de cada individuo escudriñando en las profundidades de su interior.
Las multitudes se maravillaron por Sus milagros y se conmovieron por la atmósfera de amor que emanaba de El Maestro, sin embargo ello no era suficiente en ellos para renacer (nacer de nuevo) y hallar el Agua de Vida Eterna. Toda interpretación que pretende eliminar los espacios interiores de cada ser humano (como la que proponen las religiones) y fija su atención en los estereotipos o exteriorizaciones, es una táctica que procede de “religiosidad” y “tradición”, y no puede ser considerada como una expresión genuina del Mensaje de יַהשׁוּעָהְ Yahshuah El Mesías. Lo que caracteriza a la Enseñanza de יַהשׁוּעָהְ Yahshuah es que Él orienta a cada ser humano a ingresar a sí mismo, es decir, a buscar interiormente la vía o el Camino que transforma a cada persona abordando lo profundo y más íntimo de cada ser.
תְּהִלִים Tjiliym 45:13 dice: “Toda radiante está la hija del rey dentro”.
Esa radiación solo puede ser el reflejo de una Radiación Superior que es de Quien la observa, la contempla y así mismo permite que se la describa en el Salmo. Si esa radiación resplandece por encima de todo, y no la podemos percibir con estos ojos que solo pueden ver el mundo material, esa radiación solo puede ser vista entonces con el corazón abierto y no con la mente susceptible de distorsionar esa verdad. Por eso esa radiación o resplandor de luz debe ser la misma que habite en el corazón de cada hombre y mujer a fin de dar testimonio verdadero de transformación (nacer de nuevo).
יְחֶזְקֵאל Ycjezkeil 11:19, 36:26 “Yo les daré un solo corazón y pondré un ruacj nuevo dentro de ellos. Y quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne…”
La Buena Nueva o בְּשׂוֹרַהְBesorah de יַהשׁוּעָהְ Yahshuah consiste en asegurar que la realidad de ese resplandor que no puede ser percibida por ningún sentido humano (realidad material) es una puerta que se abre a cualquier persona, ya que existe en él o ella, pues la puerta pertenece a un lugar ubicado en alguna parte del Universo, una habitáculo, una tienda, un tabernáculo cuyas puertas deben abrirse para que el Reino de los Cielos así mismo se abra para cada cual. Es como buscar adentro, donde Él está.
הִתְגַּלּוּת Jitgalut 3:20 “He aquí, Yo Estoy a la puerta y llamo; si alguno oye Mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo”
“Te buscaba afuera y tú estabas adentro”, es el pensamiento de todos aquellos que hemos buscado ese Reino afuera, en las religiones, donde, por supuesto, nunca lo pudimos hallar, y nunca será hallado por nadie. ¿Cómo buscar afuera si Él está dentro? Es efectuar עֲלִיָּה aliyah o ascender dentro de uno mismo. לוּקַס Lukas 17:21 dice que
“el Reino de יַהוֶהְ Yahveh está en ustedes”;
Con miras a ello, si ese Reino existe, debe ser porque es real (Real es una raíz de la que vienen palabras como realeza, reino, etc.); pero tal y como expresa יַהשׁוּעָהְ Yahshuah, ese Reino está en ustedes. Dentro de ustedes y siendo real ese Reino, implica que se trata de una Realidad Interior. Pero יַהשׁוּעָהְ Yahshuah nos invitar a mirar hacia dentro cuando dice a cada uno de nosotros y nos llama “fariseos” al decir:
מַתִּיָהוּ Matiyaju 23:26: “פָּרוּשׁ (parush) fariseo עִוֵּר (ir) ciego, limpia primero el interior del vaso para que lo de afuera también sea limpio.”
Esta frase comprueba que el Reino de los Cielos está en el interior de cada uno de nosotros, y es así como lo entendieron los discípulos después que יַהשׁוּעָהְ Yahshuah partiera de este mundo material. Pero, ¿cómo podía יַהשׁוּעָהְ Yahshuah decirles a los “fariseos” que el Reino de los Cielos estaba en ellos, si ellos creían firmemente que ese reino estaba fuera en algún lugar del Universo menos en cada uno de ellos?
El Reino de los Cielos enseñado por יַהשׁוּעָהְ Yahshuah no es un lugar, si no un Estado y un Ser. No es visible con ojos materiales. Si fijamos nuestra atención, El Rey de ese Reino tiene El Nombre que concentra todas las formas habidas y por haber del verbo hebreo ‘Ser’ y ‘Estar’. Es decir que El Rey Es y Está dentro de ese Reino, por ello ese Reino es un Estado del Ser, es decir, es El Estar del Ser, de Quien Es por Sí Mismo y en Sí Mismo, lo cual significa El Nombre de יַהוֶהְ Yahveh, El que Es por Sí Mismo.
יוֹחָנָן Yocjanan 14:17 afirma lo siguiente:
“רוּחַ הָאֱמֶת (Ruacj Ja Emet) El Hálito de Verdad, a Quien el mundo no puede recibir, porque ni Le ve ni Le conoce. Ustedes Le conocen porque Habita en ustedes y estará entre ustedes.”
יַהשׁוּעָהְ Yahshuah apunta en todas sus afirmaciones hacia el interior o la intimidad más profunda del ser.
יוֹחָנָן Yocjanan 14:20 “En ese día conocerán que Yo Estoy en Mi אַבָּא Aba (Padre), y ustedes en Mí, y Yo entre ustedes.”
Cuando los discípulos imaginaron (crear imagen mental) un reino observable y ubicado en un lugar (dimensión horizontal), יַהשׁוּעָהְ Yahshuah replicó siempre que no se trataba de eso, sino que ese Reino era invisible a los ojos humanos, pues estaba situado en el corazón de cada uno, donde solo se puede visualizar de otra manera (un Reino que no es de este mundo), una más profunda, no tan fácil, ni tan evidente como la que תֹּאמָא Toma (Tomás) el discípulo tenía, en que lo que observas de primera mano eso es.
יַהשׁוּעָהְ Yahshuah solo pretendió enseñarnos que el interior del hombre, su corazón, su intimidad más secreta y profunda, es el lugar donde reina יַהוֶהְ Yahveh.
A la luz de la interpretación correcta de Sus Enseñanzas, observemos lo que el בְּשׂוֹרַהְBesorah enseña en לוּקַסLukas 17:20,21:
“Habiéndole preguntado los fariseos cuándo vendría el reino de יַהוֶהְ Yahveh, les respondió, y dijo: “El reino de יַהוֶהְYahveh no viene con señales visibles, ni dirán: "¡Miren, aquí"! o: "¡Allí"! Porque he aquí, el reino de יַהוֶהְYahveh en ustedes está.”
יַהשׁוּעָהְ Yahshuah El Mesías responde a la pregunta que le formularon pretendiendo rectificar una perspectiva errónea, una percepción falsa, una visión religiosa. En Su afirmación יַהשׁוּעָהְ Yahshuah trastocó la noción común y corriente de espacio (imagen ordinaria o lógica [que viene de logos o “dios”): Por supuesto el Reino no está aquí, ni allá, ni en medio, ni entre….
יַעֲקֹבYaakov 1:21 habla de “la Palabra sembrada en ustedes” en donde, de nuevo, podemos presentir en una cirugía a corazón abierto que este tipo de expresiones evocan un Misterio interior, tan real como invisible a los sentidos.
לוּקַס Lukas 8:11 nos conduce a analizar en profundidad ese Misterio interior:
“La parábola es ésta: la semilla es la Palabra de יַהוֶהְYahveh.”
Aquí la semilla sugiere la comprensión de una germinación, de un crecimiento que no puede verse en su raíz, pues como una semilla en tierra, al germinar ésta oculta su raíz bajo el suelo; luego lo que se puede ver son sus futuros tallos, hojas y frutos, es decir, algo externo siendo producto de lo interno (he aquí árboles con frutos y no secos como la higuera).
לוּקַס Lukas 13:18-19 es una parábola que nos conduce a comprender el crecimiento que ocurre en el interior de cada hombre o mujer.
“Entonces decía: “¿A qué es semejante el Reino de יַהוֶהְYahveh y con qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza que un hombre tomó y arrojó en su huerto; y creció y se hizo árbol, y las aves de los Cielos anidaron en sus ramas.”
Cuando se hace referencia al hombre que toma un grano de mostaza y lo arroja en su huerto, no debe leerse el huerto en un sentido literal, como una realidad solamente externa. El grano crece en secreto, la germinación es un proceso discreto. El grano que se siembra en el hombre refleja la ‘simiente de יַהוֶהְ Yahveh’ que tienen todos los seres humanos y que hay que cuidar a fin de hacerla fructificar. El grano es la Palabra, la Enseñanza. El huerto es el cuerpo (templo) que alberga todas esas semillas que se convierten en hortalizas llenas de fruto abundante.
יַהשׁוּעָהְ Yahshuah dice en מַרְקוֹס Markos 4:14
“El sembrador siembra la Palabra.”
Cuando יַהשׁוּעָהְ Yahshuah habla a los fariseos, en realidad no puede decirles que el Reino está en el interior de ellos, porque, simplemente, los fariseos no creen en Él. יַהשׁוּעָהְ Yahshuah es plenamente consciente de que los fariseos no comprenden Sus Palabras, pero ello no es motivo para que desaproveche la ocasión que se le presenta para exponer Su Enseñanza a otros que sí están interesados. Aunque los fariseos Se Le opongan, en realidad יַהשׁוּעָהְ Yahshuah tiene en mente a todos Sus demás oyentes que sí están en la disposición de aceptar Su Mensaje edificante y por ende salvador.
¿Por qué la mente cerrada de los fariseos o religiosos tendría que privar a los demás de un mensaje esencial?
Para יַהשׁוּעָהְ Yahshuah, una situación adversa nunca es estática o concluye de manera definitiva con quien no Le acepta en Su Enseñanza. En Sus debates con los fariseos, en ningún caso excluye Él la posibilidad de que éstos un día no muy lejano comprendan Su Mensaje Restaurador y por ende Salvador. Sin embargo יַהשׁוּעָהְ Yahshuah es humildemente consciente de que, al menos por el momento, la mayoría son incapaces de hacerlo (sigan ciegos). De ahí que la labor de El Maestro se enfoque hacia un Camino muy largo. Es necesario esperar lo suficiente para que Su Enseñanza haga su Camino de forma subterránea, tal como lo hiciera la semilla cuando germina, por lo que no hay que descartar que ésta llegue a abrir una brecha en el interior de cada ser humano y así alcance la comprensión de Orden Superior que ésta requiere para salvarse de morir. Así, siempre cabe la posibilidad de que miembros religiosos del Sanedrín presten oídos a יַהשׁוּעָהְ Yahshuah, tal como נַקְדִּימוֹן Nakdiymon y יוֹסֵף אִישׁ רָמָתַיִם Yoseif Iysh Ramatayim lo hicieran.
Cuando יַהשׁוּעָהְYahshuah habla de una forma enfática o hace referencia a las verdades más superiores de manera seria y contundente, Él no espera que todo el mundo le comprenda inmediatamente.
יַהשׁוּעָהְYahshuah no excluye a nadie, pero tampoco hace concesiones respecto a la Verdad. Para יַהשׁוּעָהְYahshuah, acceder a la Verdad depende de cada cual. La posición de יַהשׁוּעָהְYahshuah respecto de Sus propios planteamientos supone un desafío a la concepción ordinaria y simplista que todos podemos tener acerca del Reino.
Las correcciones de יַהשׁוּעָהְYahshuah a sus interlocutores las introduce mediante la expresión ‘he aquí’. Así, la explicación que sigue a esta expresión cae a cada uno de Sus interlocutores como una afilada espada (de doble filo) que corta de cuajo las concepciones erróneas y lerdas que podamos tener acerca de la vida.
El מַלְכוּת (Malcjut) Reino de los שָׁמַיִם (Shamayim) Cielos no se puede comprender con las categorías convencionales del pensamiento ordinario. La desinencia ‘ayim’ indica lo ilimitado e infinito por excelencia. La raíz común de estas palabras denota una noción de vibración que indica que todas sus partes están presentes en cada partícula de la existencia universal. Así, cualquier definición o concepto que sitúe el Reino de los Cielos en el tiempo y el espacio que escasamente nuestros sentidos pueden percibir, o al hacer las preguntas irrelevantes ¿cuándo vendrá? o ¿dónde está?, éstas se muestran inaceptables, ordinarias, limitadas e inadecuadas. De ahí la explicación imperante en la Enseñanza de יַהשׁוּעָהְ Yahshuah en que cada hombre y mujer necesitan volver a su identidad esencial, retornar a su origen, a sus raíces, a la matriz original (nacer de nuevo), y no como el hombre o la mujer contemporáneos que solo viven mirando el futuro, lo externo, viviendo de ilusiones y emociones que les provocan sus sentidos dirigidos por una mente necia y ciega a lo evidente y cercano, pero que, sin embargo, para ellos significa lejano e inalcanzable.
Si no retornamos al seno materno, no podremos entrar en el Reino, así lo establece יַהשׁוּעָהְ Yahshuah cuando dice en יוֹחָנָן Yocjanan 3:3:
““אָמֵן (Amein) ciertamente,אָמֵן (Amein) ciertamente, que el hombre que no Naciere de Nuevo, no puede ver El מַלְכוּת Malcjut (Reino) de יַהוֶהְ Yahveh.”
Y el Reino es, ante todo, otro mundo que está en lo más profundo de nosotros; ahí donde el hombre y la mujer están y son totalmente libres; donde sus derechos como hijos y herederos de El Rey están garantizados. Así se comprende de מַתִּיָהוּ Matiyaju 6:6 cuando dice:
“Y tú, cuando reces, entra en tu tienda, cierra la entrada y rezando a tu Padre en secreto, y tu Padre, que ve en los secretos, te recompensará.”
Cuando יַהשׁוּעָהְ Yahshuah hacía Sus oraciones, solía retirarse a un lugar apartado a fin de preservar el carácter de su relación íntima con יַהוֶהְ Yahveh en Elojiym. יַהשׁוּעָהְ Yahshuah rezaba en la más absoluta soledad o durante la noche. Él fue al desierto, a la montaña, al Jardín, etc. Cuando Él pide que no se realicen plegarias de forma ostentosa, lo que está denunciando es el orgullo y la vanidad producto de lo externo de los humanos, al tiempo que indica que lo esencial sólo se halla en lo más íntimo, y en el secreto del corazón. Así se comprende de מַתִּיָהוּ Matiyaju 6:5-7:
“Cuando recen, no lo hagan como los hipócritas, porque a ellos les gusta levantarse a rezar en la sinagoga y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres. אָמֵן (Amein) ciertamente Yo les digo su recompensa recibieron. Y tú, cuando reces, entra en tu tienda, cierra la entrada y rezando a tu Padre en secreto, y tu Padre, que ve en los secretos, te recompensará. Cuando recen, no repitan los mismo, como lo hacen las naciones, porque ellos se imaginan que serán escuchados por sus repeticiones.”
¿Es acaso erróneo considerar que el Reino de יַהוֶהְ Yahveh es una realidad interior e íntima, cuando יַהשׁוּעָהְ Yahshuah El Mesías nos invita en todo momento sin cesar a la intimidad de Su Ser? Cuando יַהשׁוּעָהְ Yahshuah nos enseñó a orar El Padre Nuestro, Él empleaba la palabra ‘Aviynu’ o ‘Padre nuestro’ a fin de manifestar una completa intimidad, ternura, confianza y relajamiento en una relación profunda de amor dual en Ecjad o Unidad.
יוֹחָנָן Yocjanan 17:11 “Yo no estoy en el mundo; ellos están en el mundo, y Yo Voy a Ti. Padre Mío קָּדוֹשׁ (Kadosh) Sagrado, guárdalos en Tu Nombre, a los que Me Has dado, para que sean אֶחָד (Ejad) Uno, como nosotros.”
Así, cuando Él nos enseña a dirigirnos a nuestro Padre, cabe recalcar que se trata de un lenguaje de expresión directa y confiada, y no de apelaciones abarrotadas de formalismos como los que enseñan las religiones plagadas de obstáculos e imposibilidades (cargas que ni ellos pueden cargar por sí mismos).
יוֹחָנָן Yocjanan 17:21 “…para que todos sean uno; como Tú Padre Mío en Mí, y Yo en Ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que Tú Me enviaste.”
Desafortunadamente las religiones se han encargado por siglos de enseñar erróneamente esta relación. Las religiones establecen simplemente que la humanidad debe considerar que יַהוֶהְ Yahveh está allá a lo lejos, separado e inalcanzable, cuando la humanidad está aquí, lo cual, contradice lo que יַהשׁוּעָהְ Yahshuah enseña, luego no es así. Lo que יַהשׁוּעָהְ Yahshuah nos enseña por medio de El Padre Nuestro, es que, mediante el conocimiento (la Palabra) ‘acojo a יַהוֶהְ Yahveh en mí, y mediante Su amor, penetro en Él’.
יוֹחָנָן Yocjanan 15:4 “Permanezcan en Mí, y Yo en ustedes. Como el נֵצֶר(neitzer) vástago no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tambien ustedes si no permanecen en Mí.”
יוֹחָנָן Yocjanan 15:5 “Yo Soy la Vid; ustedes los נָּצְרִים (Natzriym)Vástagos (nazarenos). Quien permanece en Mí y Yo en él, es quien da fruto abundante, ya que apartados de Mí nada pueden hacer.”
Al existir una relación profunda en ambas partes, significa que existe la felicidad que genera ese amor, todo en un mismo sitio y tiempo que no son de este mundo, un estado inherente al ser mismo y a Su Creador y Hacedor.
יוֹחָנָן Yocjanan 14:20 “En ese día conocerán que Yo Estoy en Mi אַבָּא Aba (Padre), y ustedes en Mí, y Yo en ustedes.”
Cuando יַהשׁוּעָהְ Yahshuah expresó que Su Reino no era de este mundo (יוֹחָנָן Yocjanan 18:36), sin duda Él estaba refiriéndose al ser interior, amoroso y genuinamente feliz de cada ser humano que recibe, comprende y saca provecho de Su Enseñanza liberadora, salvadora y por ende restauradora...