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  El para-litico
 

LA SANIDAD DEL PARA-LITICO

יוֹחָנָן

 

Yocjanan 5:2-9

En

 

ירוּשָׁלַיִם Yrushalayim cerca de la Puerta de las Ovejas hay un בְּרֵכָה (breika) estanque, que en lengua hebrea es llamado חַסְדָּא בֵּית Beiyt Cjasda (La traducción nominal impropia es Betesda. Es un topónimo de la palabra חֶסֶד cjesed, favor, que significa Casa de Piedad, misericordia o favor), el cual tiene cinco puertas. (Donde yacía una multitud de enfermos, los cinco pórticos son los cinco sentidos que nos mantienen en el mundo sensible, junto al cúmulo de enfermedades y sufrimientos que los acompañan. Los treinta y ocho años son justamente el mismo número de años que duró la caminata de los ivriym o hebreos de Kadeish Barneia al Torrente de Zered [דְּבָרִים Dvariym 2:14]. De la misma forma se alude a los cinco sentidos en יוֹחָנָן Yocjanan 6:9 y תֹּאמָא Toma [Tomás] 1:16) (Véase el comentario sobre los cinco sentidos en יוֹחָנָן Yocjanan 4:18) (תְּהִלִים Tjiliym 107:35, 114:8)

Allí se encontraba una muchedumbre de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que aguardaban el mover del agua,

 

(הִתְגַּלּוּת Jitgalut 22:1, 22:17)

Ya que un

 

מַלְאַךְ (malacj) ángel de יַהוֶהְ Yahveh descendía de vez en cuando al בְּרֵכָה estanque y agitaba el agua, y el primero que descendía al mismo, después del movimiento del agua, quedaba sanado de cualquier enfermedad que tuviera.

Estaba allí

 

אֶחָד (ejad) un אִישׁ (iysh) hombre que estaba enfermo hacía שְׁלוֹשִׁים (shloshiym) treinta y שְׁמוֹנֶה (shmone) ocho שָׁנִים (shaniym) años.

יַהשׁוּעָהְ

 

Yahshuah Lo vio acostado ahí y supo que llevaba así mucho tiempo. יַהשׁוּעָהְ Yahshuah Le dijo: ¿Quiéres ser sano?

Le respondió el enfermo: “

 

אֲדוֹנִי Adoniy, no tengo a nadie que me meta en el בְּרֵכָה estanque cuando es agitada el agua; mientras yo llego, otro baja antes que yo”. (יְשַׁעְיָהוּ Yshayaju 50:2)

Le dice

 

יַהשׁוּעָהְ Yahshuah: “Levántate, toma tu lecho, y camina”.

Luego de ser sanado, tomó su lecho, y se fue. Ese día era

 

שַׁבָּת Shabat (Sábado).

Entonces decían los

 

מַנְהִיגיִם (manjiygyim) dirigentes יְּהוּדִים Yjudiym [judaítas (judíos)] al hombre que fué sanado: “Es día de שַׁבָּת Shabat; no te es legal llevar tu lecho”.

Les respondió: “Aquél, que me sanó, Él me dijo,

toma tu lecho, y camina”

 

Le preguntaron: “¿Quién es el hombre que te dijo, Toma y camina?”

 

Pero el sanado no sabía quién había sido, porque

 

יַהשׁוּעָהְ Yahshuah se apartó de la gente que estaba en aquel lugar.

Después le halló

 

יַהשׁוּעָהְ Yahshuah en el Templo, y Le dijo: “He aquí, has sido sanado. No peques más, para que no te venga cosa peor”.

Se fue el hombre, y dio aviso a los

 

מַנְהִיגיִם (manjiygyim) dirigentes יְּהוּדִים Yjudiym [judaítas (judíos)], que יַהשׁוּעָהְ Yahshuah era Quien le había sanado.

Por esto, ellos persiguieron a

 

יַהשׁוּעָהְ Yahshuah y procuraban matarLe, porque hacía estas (cosas) en שַׁבָּת Shabat (Sábado).

Les respondió

 

יַהשׁוּעָהְ Yahshuah: “Mi Padre trabaja hasta ahora, y Yo trabajo”. (יְשַׁעְיָהוּ Yshayaju 40:28; לוּקַס Lukas 6:9)

Procuraban, por esto, con más ensañamiento matarlo, porque, según ellos, no sólo quebrantaba el

 

שַּׁבָּת Shabat, sino que además Decía que אֱלֹהִים Elojiym Era Su Padre, Haciéndose Igual a אֱלֹהִים Elojiym. (La mayoría de versiones en español e inglés cometen un error sumamente gravísimo al omitir la frase “según ellos” infiriendo absurdamente con ello que Yahshuah sí quebrantaba el Shabat y decía que Elojiym Era Su Padre, haciéndose igual a Elojiym. Nótese que Yahshuah varias veces contestó a los “sacerdotes” diciendo “tú lo dices”, esto es que, “según ellos” lo decían y lo hacían lucir mentirosamente como que El rompía el Shabat y se hacía igual a Yahweh. En otra ocasión se le culpó de decir que Él había dicho que Él Era El Mesías; todos sabemos que Él Es El Mesías, sin embargo Él nunca dijo que lo era, de lo cual se le culpó. Probadamente Él nunca hizo, ni dijo tales cosas de las cuales los religiosos Le culparon, sino “ellos” las dijeron y ellos las hicieron) (פִילִיפִּים Fiyliypiym 2:6)

La curación del paralítico en el estanque de חַסְדָּא בֵּית Beiyt Cjasda debe comprenderse a profundidad desde la misma perspectiva de sanidad que El Mesías trae para nosotros en todo tiempo. Esta narración aporta demasiados detalles sobre la forma de liberarnos de los obstáculos internos que nos atan de cuando en cuando. En primera instancia, la palabra hebrea חַסְדָּא בֵּית Beiyt Cjasda, que en las versiones modernas se escribe con grafías distintas, significa Casa de la Gracia o Casa del Favor.

 

En realidad, para iniciar un genuino proceso de sanación interna se precisa una abundante cantidad de energía y compasión que procedan de la Gracia de Yahveh. Por supuesto sería una ilusión pretender que podremos liberarnos contando exclusivamente con nuestros propios medios existenciales. Sin embargo, si insistimos seriamente en la disciplina personal y el enorme esfuerzo que esta conlleva, ciertamente la purificación interna de nuestra copa reclama la intervención de otro poder, de una energía superior, de una Gracia Excelentísima. Por otra parte, es de igual manera ilusorio creer con ingenuidad que nuestra transformación se efectuará por sí sola, como por arte de ilusionismo mental (magia), argumentando que, al estar nuestra humanidad en una situación de absoluto desamparo, solo Yahveh puede llevar a cabo esta obra. De ser así, en algunos casos, como es el caso de estos versos que ahora analizamos, Yahshuah El Mesías nunca le habría preguntado al paralítico: “¿Quieres ser sano?”. Al contrario, Yahshuah habría intervenido sin pedirle su consentimiento, movido simplemente por Su Gracia. Yahshuah elaboró una pregunta supremamente esencial, tal como era necesario que fuera esencial la respuesta del interrogado, si es que realmente éste quería comenzar una nueva vida. En muchos casos, la intervención de nuestro Creador no siempre se hace efectiva a menos que nosotros, los enfermos, queramos ser sanos. Aquí la sanidad exige una participación muy activa de parte nuestra, aunque solo consista en una obstinada determinación de sanidad. Ya en medicina Hipócrates refería la importancia del querer sanarse del paciente cuando dijo: “Cuando alguien desea estar (ser) sano, antes que nada hay que pedirle si está preparado para eliminar las causas de la enfermedad. Solo entonces se le podrá ayudar”.

El primer paso de todo enfermo es reconocer que está enfermo. Pero, eliminar las causas de la enfermedad representa una tarea tortuosa, que recae en buena parte en el enfermo. El enfermo deberá cooperar con

todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas (דְּבָרִים Dvariym 6:5), no sin que también lo haga con toda su mente (מַרְקוֹס Markos 12:30). El enfermo deberá cooperar con El Maestro y Su Enseñanza (la dosificación) y con El Médico y Su Verdadero Elixir de la Vida (la Medicina), a través de las cuales actúa Yahveh Elojiym. En este sentido, nosotros los enfermos, deberemos hacer todo lo posible por obtener una extrema habilidad y vigilancia si queremos salir poco a poco del universo asfixiante y paralizante en el que estamos ciegos, sordos, mudos y aparte de todo cojos, si es que podemos Caminar, por no decir paralíticos, que sería el extremo de la inmovilidad existencial.

 

Cerca de la Puerta de las Ovejas hay un

 

בְּרֵכָה (breika) estanque, que en lengua hebrea es llamado חַסְדָּא בֵּית Beiyt Cjasda

 

En el lenguaje del Besorah, las cinco puertas, al igual que los cinco maridos de la mujer Shomronita (samaritana), los cinco panes del milagro de la multiplicación de los panes, etc., reflejan los cinco sentidos. El mundo de los cinco sentidos corresponde al mundo material y a la percepción de los órganos sensoriales. Por medio de los sentidos es que estamos atados a este mundo. Incluye, por ejemplo, todo aquello relacionado con las emociones y sentimientos, así como los pensamientos, por ser éstos la causa de una serie innumerable de sufrimientos que mantienen la mayoría de seres humanos en cautiverio.

 

 

Allí se encontraba una muchedumbre de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que aguardaban el mover del agua

 

La muchedumbre de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que aguardan el mover del agua, no se refiere a otra muchedumbre o manada de

Ovejas que nosotros mismos, los que estamos a la Puerta esperando que alguien venga y se apiade de nosotros para que nos sumerja en las aguas que sabemos que están ahí solo porque las podemos ver. El texto describe de manera caótica el estado físico y espiritual general de la condición humana en la que todos estamos. Sin embargo, las enfermedades físicas son sólo la parte visible de los males que aquejan al hombre y a la mujer, pero, las enfermedades espirituales están escondidas en lo más profundo del alma. Los achaques que se describen en el relato son claramente la copia de otras distorsiones de naturaleza espiritual: la ignorancia, la ceguera, la parálisis del ser profundo, enfermedades todas ellas que, según algunos otros textos manuscritos, hacen que el ser humano esté rígido o seco (יְחֶזְקֵאל Ycjezkeil 37).

 

Nuestro Besorah o Buena Nueva nos ofrece un cuerpo de Enseñanza profundo. Nos permite abordar a partir de un aspecto de esa Enseñanza particular, todas las demás. Al mismo tiempo, cada pasaje nos permite abordar varios niveles simultáneos de comprensión sin que se contradigan en su sentido profundo. Por tanto, un texto de los Manuscritos está abierto a múltiples enseñanzas, pero si se conserva una visión hacia el Interior, se puede percibir y recibir al mismo tiempo su sentido empecinado y eficaz (medicina bien administrada y constante [quien persevera alcanza] con una buena dosis de disciplina). En nuestro caso, para este relato en específico sería de muy poca importancia limitarse a decir que este relato significa simplemente el restablecimiento, por muy milagroso que sea, de las facultades motrices de una persona. Con una intervención inmediata, Yahshuah corta de raíz la dimensión horizontal del hombre postrado y enfermo y le propone la posibilidad de que acceda a la dimensión vertical por medio de la cual el paralítico debe hacer todo lo que pueda (de corazón, de alma, con fuerzas y con mente) por levantarse, para así poder ascender (efectuar Aliyah):

 

 

Levántate, toma tu lecho, y camina

 

Este

Levántate no es otra cosa que despertarse del letargo en el que estamos postrados, acostados, horizontales.

 

Yahveh (la Vertical)

[Y]

 






(Yjudah en la religión) --------- La humanidad postrada (la horizontal) [X] --------- (Efrayim en la religión)

 

 

Este letargo se define como el estado de somnolencia profunda y prolongada que constituye el síntoma de varias enfermedades nerviosas, infecciosas o tóxicas en nosotros. Por eso es importante despertar y levantarse de ese adormecimiento enfermizo. Pero el poder está en el querer. El milagro por sí solo no ocurre. La energía que se le imparta a la voluntad es la que será capaz de hacer el milagro (la montaña).

 

La dimensión horizontal es la propuesta por las religiones, de ahí que la distancia de separación entre las Dos Casas de Yisraeil es muy grande entre sí (ambas están tendidos [secos]) y entre las dos y Yahveh a su vez; en tanto que la dimensión Vertical de abajo hacia arriba (ascenso = aliyah) es la propuesta por Yahshuah que pretende acercarse en todo momento. En efecto, los verbos levantarse, despertarse y resucitar tienen un sentido idéntico, lo cual vendría a corroborar, si fuese necesario, el modo en que hay que interpretar el relato del paralítico. Así, el hombre accede a otro estado o, si se quiere, cambia completamente de mundo, al Reino de Yahshuah (que no es de este mundo). Al levantarnos, tomar el lecho (para deshacernos de él) y caminar, mostramos que ya no necesitamos ningún soporte exterior, que hemos recuperado nuestra autonomía de la vida, y que nos hemos reencontrado con el verdadero sostén en nosotros mismos. Antes de llegar a este estadio, cada uno de nosotros como paralíticos dependíamos del agua termal del estanque para sanarnos: habíamos olvidado que podíamos apelar a nuestros propios recursos internos. Las aguas del “judaísmo” y del “cristianismo” se muestran ineficaces para el hombre y la mujer enfermos, que solo pueden ser curados por el impulso que dan las Palabras de El Mesías. Y tampoco son las aguas del estanque las que después de treinta y ocho años sanarían a este paralítico que cruzó el desierto a pesar de todo, pues en realidad el doliente no llegó a necesitar tocar el agua del estanque, por lo que no se puede dar por hecho que la sanidad le haya sido otorgada por medio de esas aguas (un medio material).

 

¿Por qué si otros fueron sanados en esas aguas, no hubiera sido más fácil que Yahshuah simplemente ayudara a este hombre a llegar a las mismas?

 

 

Porque para sanarse no se requiere siempre de medios físicos externos, aunque lo único que cuenta es que él fue sanado. Yahshuah enseña que es necesario liberarse, al tiempo que nos muestra que la liberación de nuestra propia servidumbre (esclavos de la enfermedad) es posible (si queremos), aunque los caminos que deberemos recorrer como discípulos y los obstáculos que tendremos que sortear sean incontables. El pasaje nos habla de una persona que ha sido inválida durante treinta y ocho años que funda su esperanza de curación en un ángel de Yahveh sin percatarse que El Ángel de Yahveh está delante de Él. La sanidad del paralítico de Beiyt Cjasda sólo se menciona en el Besorah de Yocjanan. No en vano el número de años de espera de aquel hombre son el mismo número de años que tardó la marcha de los Hebreos de דְּבָרִים Dvariym 2:14. Cuando los religiosos le abordan y discuten con él sobre el Shabat:

 

 

 

Les respondió: “Aquél, que me sanó, Él me dijo, toma tu lecho, y camina”. Le preguntaron: “¿Quién es el hombre que te dijo, Toma y camina?” Pero el sanado no sabía quién había sido, porque יַהשׁוּעָהְ Yahshuah se apartó de la gente que estaba en aquel lugar.

 

Este pasaje muestra de forma clara que el hombre no ha sido sanado por tener Fe en Yahshuah. Yahshuah simplemente desaparece sin haberse dado a conocer, de modo que no se arroga a título personal el mérito de la sanidad de aquel hombre. No cabe hallar la razón de esta actitud en una voluntad de protegerse o ni siquiera por humildad. De hecho, el proceso de sanidad, al nutrirse de la Energía Celestial, es en esencia tan impersonal como misterioso. Si se atribuyese el merito del milagro a las solas fuerzas de Yahshuah, se reduciría Su Obra, porque ello equivaldría a afirmar que este dinamismo impersonal tiene una causa externa al ser mismo. Yahveh, en el corazón de cada ser, sólo puede hacer Su obra si la humanidad, a su vez, cumple con la parte que le corresponde.

 

En esencia, la enseñanza de este pasaje alude a que nada cabe esperar de los demás hombres, que también son, por supuesto, inválidos como nosotros. No cabe esperar en lo que atañe a nuestra liberación, como tampoco hay que esperar pasivamente la intervención providencial de un ángel o de la existencia de un tipo de agua termal determinado. El Poder de Yahveh no está supeditado a cosas visibles, sino también al misterio de las cosas invisibles. Las excusas para justificar nuestra parálisis son inútiles y sólo contribuyen a prolongarla durante interminables años (caso específico para este individuo, 38). Así, el llamado a levantarse, ponerse en pie, es decir, sobreponerse al letargo, constituye la demanda fundamental del recorrido espiritual que Yahshuah nos propone. El milagro solo puede cumplirse cuando se ha oído realmente este llamado y se han puesto en marcha todos los recursos del ser para responder a él.

 

Sanidad en Shabat

 

 

Como claramente nos hemos dado cuenta, este milagro tuvo lugar en Shabat, el día en que se abandonan todas las preocupaciones habituales. Este día, por supuesto, no es especial por ser el día de cese de actividades, sino porque es el día que está consagrado a El Eterno Yahveh. De esa manera, dicha consagración genera de manera especial y misteriosa la sanidad de la humanidad. Así, al no consagrarse las energías interiores a las actividades y preocupaciones ordinarias, éstas pueden ser orientadas hacia la gran Realidad que tenemos delante de nosotros.

 

 
 
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