Sobre las Perlas, los cerdos y los perros
El enfoque de El Maestro aquí no se basa en la validez, la profundidad o la universalidad de Su Enseñanza, sino en la receptividad del ser humano, su capacidad para abrirse a otro nivel y transformarse de manera auténtica. En este sentido, la parábola del sembrador corrobora este punto. Si nos fijamos bien, El Maestro y la multitud están a orillas del Mar de Galilea, pero Yahshuah sólo comienza a narrar la parábola tras subirse a una barca, mientras que la multitud se queda en tierra; donde la tierra firme refleja lo sensible, el nivel primario del hombre que se sigue aferrando a las realidades terrenales. En la parábola, el elemento más importante no es el sembrador o la semilla, sino la naturaleza misma del terreno sobre el cual ésta cae. Todo gira alrededor de la ‘tierra buena’, pues sólo ésta preemitirá el verdadero desarrollo de la simiente, su crecimiento y fructificación. Una buena estructura, una sólida edificación se conservan si y sólo si los cimientos (raíces) son buenos. Esta parábola permite distinguir varias categorías de oyentes, porque, como se ha visto, no todos los seres humanos tienen el mismo grado de receptividad y sus predisposiciones espirituales son muy diversas.
Markos 4:33-34
“Y les anunciaba la Palabra con muchas parábolas como éstas, según podían entenderle; no les hablaba sin parábolas; pero a sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado.”
Por lo tanto, podemos distinguir, por un lado, la multitud, el pueblo, y, por otro, los allegados a El Maestro, no solamente los Doce, es decir, los que Yahshuah llamó a Su lado, sino también el restringido grupo que lo seguía. Esta distinción puede parecer chocante y en cierto modo arbitraria, sin embargo, no fue instaurada deliberadamente por El Maestro. Por el contrario, esta distinción obedece a leyes precisas e inevitables, a fuerzas particulares de atracción entre El Maestro y Sus discípulos. Sin embargo, la distinción no excluye voluntariamente al simple fiel, pues Su Enseñanza está abierta para todos cuando Él dice:
“El que tenga oído oiga”
Sin embargo, como ya se ha evidenciado, la esencia, es decir, la verdadera sustancia de La Enseñanza no es accesible a todos, no porque Él no lo desee, sino por ellos y ellas.
Yahshuah anuncia Su Palabra a todo aquel o aquella que desee escucharlo y tomar su mensaje para sí; sin embargo, el problema radica en que muchos no lo comprenden, luego pierden la Perla de Su Mensaje. Es decir, el problema no es El Maestro, sino Sus interlocutores que no entienden. Y esto es inevitable, pues el alimento espiritual no es el mismo para todos y todas, habida cuenta de los grados de madurez de la audiencia. En el grupo de discípulos de Yahshuah no todos tenían el mismo grado de comprensión; algunos habían avanzado más que otros en su rebelión interior y su mayor madurez les permitía iniciar una etapa superior. No en vano Yocjanan fue llamado por Su Maestro el discípulo amado.
En ciertas ocasiones las palabras de Yahshuah resultaron completamente inaceptables para algunos oyentes, que rechazaron de tajo oírlas. Ello sucedía cuando Sus palabras sobrepasaban los límites que la audiencia era capaz de soportar:
Yocjanan 6:66
Por estaדָּבָר palabra muchos de los תַּלְמִידִם discípulos se apartaron y ya no caminaban con Él.
Así, en el terreno espiritual hallamos las mismas leyes que rigen el arte o la artesanía de las cosas. Los alumnos o aprendices no siempre demuestran tener la misma capacidad, habilidad o talentos. Además, el paso del tiempo selecciona a los candidatos, eligiendo solamente a los más determinados, porque, como en cualquier aprendizaje, la paciencia, la perseverancia y la humildad son fundamentales.
A veces, una palabra enérgica de Yahshuah se nos antoja muy dura y excluyente:
Matiyaju 7:6
No entregues lo sagrado a los כְּלָבִים (keleviym) perros, y no arrojen פְּנִינֵיכֶם (pniyneiycjem) perlas delante de los חֲזִירִים (cjaziyriym) cerdos, no vaya a ser que las pisoteen con sus patas, y se devuelvan y los despedacen a ustedes.
Puede que esta afirmación fuera utilizada en seguida por muchos poco entendidos para fines sectarios y separatistas, figurándose que los perros y los cerdos sean aquellas personas a quienes se rechaza o se desprecia. Sin embargo, el sentido interior de esta parábola, habla de la necesidad de preservar el nivel sagrado, de protegerlo de las fuerzas antagónicas de la disolución, la desintegración y la destrucción. En algunos casos, esta parábola podría interpretarse como la manifestación de la voluntad de no divulgar o dar algo precioso a aquellos que lo degradarían inmediatamente, ya sea por inconsciencia o por maledicencia. Es como darle un filete miñón a un cerdo o un pastel de fresas con crema de leche a un perro. Un naranjo no produce manzanas, y en un pino no florecen rosas.
En una interpretación aún más profunda, la parábola nos dice que para que se dé La Enseñanza, ésta debe poder ser recibida sin reservas o demandas. Si El Maestro entrega la Instrucción, es decir, El Torah, pero no es aceptada, se echa a perder y se degrada. Así, en el milagro de la multiplicación de los panes, cuando los comensales están saciados, Yahshuah dice a Sus discípulos:
Yocjanan 6:12
“Recojan las sobras que quedaron, para que no se pierda nada.” (Significa llenarse, no hartarse hasta más no poder)
En este pasaje, la multitud recibe la parte que le corresponde, es decir, todo lo que es capaz de ingerir.
Podemos establecer un paralelo haciendo un paréntesis con lo que ocurrió al pueblo de Yisraeil que en tiempos del desierto se opusiera a seguir recibiendo nada más que Maná y pidiera a gritos carne (בְּמִדְבַּר Bmidbar 11:1-35). Ellos, la multitud, se quejaban porque sólo podían comer Maná y no carne, la cual, aunque fuera en esclavitud, podían comer en Egipto. ¿Preferiría un discípulo de El Maestro comer carne y ser esclavo en lugar de comer Maná y ser libre? Es verdad, la multitud lo aceptó, ellos añoraban con nostalgia el pescado que comieron en Egipto, y los pepinos, y los melones, y los puerros, y las cebollas y los ajos (verso 5), pero eso no quita que en el fondo eran esclavos y seguían siéndolo, presos en los meandros (serpientes) de sus propias mentes: “La chusma que se había mezclado al pueblo se dejó llevar de su apetito. También los israelitas volvieron a sus llantos diciendo: ‘¿Quién nos dará carne para comer?’” (Verso 4). Era todo lo que eran capacéese de ingerir: Carne. Por supuesto, el Maná no era su manjar. Sus propios impulsos y pasiones existenciales los condujo a despreciar la Perla, El Pan de Vida en medio del desierto.
Tjiliym 105:40
Pidieron, y trajo codornices, de pan de los cielos los hartó…
Volviendo al pasaje del milagro de los panes, la multitud recibe la parte que le corresponde, lo que es capaz de comerse.
Yocjanan 6:3-15
Subió יַהשׁוּעָהְ Yahshuah a un monte y se sentó allí con los תַּלְמִידִם (talmiydim) discípulos. Estaba cerca El פֶּסַח Pesacj (Pascua), la Fiesta de los עִבְרִים Ivriym (hebreos). Cuando alzó יַהשׁוּעָהְ Yahshuah los ojos y vio que había venido a Él una gran muchedumbre, dijo a פִילִיפּוֹס Fiyliypos: “¿Dónde compraremos לֶחֶם (Lecjem) pan para que coman ellos?” Pero esto decía para probarle, porque Él sabía lo que Había de hacer y Le respondió פִילִיפּוֹס Fiyliypos: “מָאתַיִם (matayim) doscientos קְשִׂיטָה כָּסֶף (ksiyta kasef) monedas de plata de לֶחֶם (lecjem) pan no les bastará, para que cada uno de ellos tome una porción.” Uno de los תַּלְמִידִם (talmiydim) discípulos, אַנְדְּרֵי Andreiy, hermano de שִׁמְעוֹן כֵּיפָא Shimon Keiyfa, le dijo: “Hay aquí un jovencito que tiene חָמֵשׁ לֶחֶם שְׂעוֹרִים (cjameish lecjem soriym) cinco panes de cebada y שְׁנֵי דָּגִים (shneiy dagiym) dos peces, ¿pero qué es esto para tanta gente?” Dijo יַהשׁוּעָהְ Yahshuah: “¡Hagan recostar a la אֲנָשִׁים gente!”. Había muchaעֵשֶׂב (eisev) hierba en aquel lugar, y habían como en número de כַּחֲמֵשֶׁת אֲלָפִים (cjameishet alafiym) cinco mil. Tomó יַהשׁוּעָהְ Yahshuah aquellos panes, Bendijo y los repartió entre las gentes, y de igual manera hizo con los peces. Y cuando se saciaron, Dijo a sus תַּלְמִידִם discípulos: “Recojan las sobras que quedaron, para que no se pierda nada.” Recogieron, pues, y llenaron doce canastas de pedazos que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido. Entonces la gente, al ver la אוֹת (ot) señal, dijeron: “Verdaderamente Este Es El Profeta que Vendría al mundo presente”. Entendiendo יַהשׁוּעָהְ Yahshuah que iban a venir para apoderarse de Él y coronarlo rey, volvió a retirarse al monte Él Solo.
El texto precisa que los panes se distribuyen a los comensales en la forma de “comieron lo que quisieron comer”, esto es, que cada uno recibió el pan según su nivel de aceptación. La multitud está saciada con lo que los satisface en el momento. O como en el caso de la mujer shomronita (samaritana), ella sólo satisfacía su sed con el agua que podía ver. De la misma manera, esta multitud de los panes se satisface con ellos, con lo superficial, la creación visible a sus ojos, y lo perceptible a sus cinco sentidos. Se conforman con simplemente llenar sus vientres hambrientos. Sin embargo, el Maná, el Pan de Vida, el alimento espiritual, son los trozos que quedan y que los hombres aún carnales desechan. Por ello se orden a los alumnos de la Escuela Mesiánica que los recojan, para que no se pierda ninguna de esas Perlas valiosas.
La multitud que suma cinco mil individuos, representa a las personas que todavía están sometidos a los sentido carnales (5), los cuales los mantiene asidos del mundo en que viven. Si fijamos bien nuestra atención, la cifra mil es un número cúbico (10x10x10) que multiplicado por cinco, refleja el hecho que la mayoría de la gente vive dominada completamente por el mundo de los sentidos y de la materia. Los panes de cebada acentúan aún más este elemento, pues la cebada también es pienso de ciertos animales como el caso de los cerdos. La paja que se adhiere al grano es difícil de desgajar; refleja todo aquello que obstruye la visión y le impide percibir lo delicado (contemplación).
Matiyaju 15:21-28
Yahshuah salió de ahí y se fue a la región de צוֹר Tzor y צִידוֹן Tziydon. Y he aquí había salido de esa región una mujer כְּנַעֲנִית (knaaniyt) cananita, y gritaba, diciendo: “Ten misericordia de mí, Mi Maestro, Hijo de David. Mi hija sufre terriblemente por tener demonio.” Pero Él no le respondió palabra. Se acercaron Sus discípulos y Le rogaban murmurando: “Despídela, pues viene gritando atrás de nosotros.” Volteó יַהשׁוּעָהְ Yahshuah y dijo: “No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la Casa de יִשְׂרָאֵל Yisraeil.” Ella se acercó, se inclinó a Él y dijo: “¡Mi Maestro, auxíliame!” Le respondió diciendo: “No está bien coger el pan de los hijos, y arrojárselo a los כְּלָבִים (klaviym) perros.” Le dijo: “Sí, Mi Maestro, pero también los perros comen de las migajas que caen de la mesa de sus maestros.” Le dijo יַהשׁוּעָהְ Yahshuah: “Mujer, grande es tu fe. Que te sea como desees.” Y su hija sanó desde ese momento.
Cuando Yahshuah considera que la petición de ayuda de los alumnos no es sincera, preserva La Instrucción y se niega a distribuirla. Por tanto, El Maestro tiene en cuenta la receptividad de la audiencia que Le escucha y adapta Su respuesta en función de ella.
En este sentido, la actitud de Yahshuah ante Jordos (Herodes) es ejemplar. La postura de Yahshuah un hecho fundamental, es decir, que se debe ser recipiente apto para recibir La Enseñanza y saber ser digno de ella:
Lukas 23:8-12
Cuando Jordos vio a Yahshuah se alegró mucho, pues hacía largo tiempo que deseaba verle, por las cosas que oía de él, y esperaba presenciar alguna señal que él hiciera. Le preguntó con mucha palabrería, pero él no respondió nada. Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándole con insistencia. Pero Jordos, con su guardia, después de despreciarle y burlarse de él, le puso un espléndido vestido y le remitió a Pilato. Aquel día Jordos y Pilatos se hicieron amigos, pues antes estaban enemistados.
En “pero él no respondió nada”, el silencio de El Maestro refleja discernimiento y prudencia, no mala educación por ningún motivo. Sin duda alguna, esta es la cualidad que Yahshuah quiere resaltar cuando pide que no se echen perlas a los puercos.
No entregues lo sagrado a los כְּלָבִים (keleviym) perros, y no arrojen פְּנִינֵיכֶם (pniyneiycjem) perlas delante de los חֲזִירִים (cjaziyriym) cerdos, no vaya a ser que las pisoteen con sus patas, y se devuelvan y los despedacen a ustedes. (מַתִּיָהוּ Matiyaju 7:6)
La Perla es El reino, y ésta refleja lo más precioso que hay, mientras que los hombres que la dilapidan y desperdician son los hombres vulgares e ignorantes que incurren en la profanación del nivel más elevado. El Besorah se proclama sobre las azoteas a todo el mundo; sin embargo, existe una indispensable relación entre lo que se debe conocer y practicar y la facultad de recibir La Enseñanza, es decir, acceder a La Revelación superior, unirse a Elojiym. Lo cual exige que tal Instrucción sólo pueda enseñarse según las capacidades del discípulo:
Matiyaju 7:14
Porque estrecha es la puerta y estrecho El Camino que lleva a la Vida, y pocos son los que la hallan.
Toma 75
Dijo Yahshuah: Muchos están ante la puerta, pero son los solitarios los que entrarán en la cámara nupcial.
Los solitarios refiere a los que están reunificados, los que están en sí, los que no son un reino dividido que está en lucha consigo mismo. De ahí que El Maestro le diera a cada cual lo que le fuese capaz de recibir. El Besorah de Yocjanan nos dice que los discípulos no estaban preparados para asimilar todo lo que El Maestro les enseñara.
Yocjanan 16:12
Todavía tengo cosas que decirles, pero no pueden soportarlas ahora.
Yahshuah no fue más allá de lo que Sus discípulos podían asimilar, aunque hay que tener en cuenta que La Enseñanza de El Maestro muchas veces se puede comprender sólo hasta después de cierto tiempo. En justa medida, a continuación El Maestro otorga la solución al problema de la comprensión de Su Enseñanza al decir lo siguiente:
Yocjanan 16:13
Cuando Él, El Hálito de Verdad, venga, los guiará a toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que hablará todo lo que escuche, y les hará saber lo que habrá de ocurrir.
Yahshuah otorgó a El Ruacj JaKodesh la misión de actuar interiormente sobre los discípulos a fin de que comprendiesen en profundidad las palabras que habían oído sin entenderlas.
Al mismo tiempo, Yahshuah no escondió nada a Sus discípulos:
Yocjanan 15:15
No son ya más llamados
עֲבָדִים (avadim) siervos, porque el עֶבֶד (eved) siervo no sabe lo que hace su maestro. Los he llamado ‘amigos’, porque les He dado a conocer todo lo que He escuchado acerca de Mi אַבָּא Aba (Padre).
Les dijo todo lo que tenía que decirles, pero ellos no le comprendieron. Les ha dejado la semilla para que la siembren cada uno en su interior
Markos 4:21-24
Les decía también: ¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho? ¿No es para ponerla sobre el candelero? Pues nada hay oculto si no es para que sea manifestado; nada ha sucedido en secreto, sino para que venga a ser descubierto. Quien tenga oídos para oír, que oiga. Les decía también: Atiendan a lo que escuchan. Con la medida con que midan, se les medirá y aun con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.
Yocjanan, el discípulo amado, fue sin duda el discípulo que llegó a la comprensión más profunda de La Enseñanza. El estado de privilegio otorgado a Yocjanan no obedece a una preferencia subjetiva de parte de El Maestro, sino al reconocimiento implícito de la madurez del discípulo, a la que los demás todavía no han llegado.
Toma 13
Dijo Yahshuah a sus discípulos: Hagan una comparación y díganme a quién me parezco. Díjole Shimon Kefa: Te pareces a un ángel justo. Díjole Matiyaju: Te pareces a un filósofo, a un hombre sabio. Díjole Toma: Maestro, mi boca es absolutamente incapaz de decir a quién te pareces. Respondió Yahshuah: Yo ya no soy tu maestro, puesto que has bebido y te has emborrachado del manantial que yo mismo he medido. Luego le tomó consigo, se retiró y le dijo tres palabras. Cuando Toma se volvió al lado de sus compañeros, le preguntaron éstos: ¿Qué es lo que te ha dicho Yahshuah? Toma respondió: Si yo les revelara una sola palabra de las que me ha dicho, cogerían piedras y las arrojarían sobre mí: entonces saldría fuego de ellas y les abrasaría.
Dada la naturaleza de La Enseñanza sobre el misterio del Reino de los Cielos, es evidente que su significado real no es comprensible en el plano de los sentidos ordinarios y de las maniobras del pensamiento, propios de los oyentes de Yahshuah.
Matiyaju 12:47-50
Le dijo alguien:
“He aquí, tu madre y tus hermanos están afuera y desean hablar contigo.” Entonces dijo al hombre que le había hablado: “¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?” Y extendiendo su mano a sus discípulos, dijo: “He aquí mi madre y mis hermanos, porque quien hace la voluntad de Mi Padre que está en los Cielos, es Mi hermano y Mi hermana y Mi madre.”
Yahshuah arroja luz precisamente sobre lo que distingue “los de afuera” de “los de dentro”. Ello no significa que las relaciones de parentesco carnal sean secundarias respecto de los vínculos espirituales. Es la capacidad de asimilar la voluntad de Elojiym el criterio más importante el cual revela adonde ha llegado realmente el individuo en su proceso de maduración interior. El abandono del yo o de la voluntad es el rasgo distintivo del discípulo:
Síganme, y les haré pescadores de hombres
(מַתִּיָהוּ Matiyaju 4:19)
Y quien no carga su אָע (aa) madero y sigue tras de Mí, no es digno de Mí. (מַתִּיָהוּ Matiyaju 10:38)
Quien quiera venir hacia Mí, niéguese a sí mismo y tome su אָע (aa) madero y siga hacia Mí. (מַתִּיָהוּ Matiyaju 16:24)
Matiyaju 8:19-23
Y se acercó uno de los סּוֹפְרִים (soferiym) escribas y Le dijo: “רַבִּי Rabiy (mi Rabino [Maestro]), te seguiré adonde sea que vayas.” Le dijo יַהשׁוּעָהְ Yahshuah: “Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza.” Otro hombre de los תַּלְמִידִים (talmiydiym) discípulos le dijo: “אֲדוֹנִי (Adoniy) Mi Maestro, primero déjame ir a sepultar a mi padre.” Le dijo יַהשׁוּעָהְ Yahshuah: “Sígueme, y deja que los muertos sepulten a sus muertos.” Él entró en la סִּירָה (siyra) barca, y sus discípulos Le siguieron.
Matiyaju 19:16-30
Entonces se le acercó un hombre y dijo: “רַבִּי Rabiy (mi Mestro), ¿qué de bueno debo hacer para obtener la Vida Eterna?” Le dijo: “¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Porque Uno es bueno, Yahveh, pero si deseas venir a la Vida, guarda los מִּצְווֹת (Mitsvot) Mandamientos.” Replicó el hombre: “¿Cuáles?” Respondió יַהשׁוּעָהְ Yahshuah: “(Mitzva Vav [6])No asesinarás, (Mandamiento Siete [7])No cometerás infidelidad, (Mandamiento Ocho [8]) No robarás, (Mandamiento Nueve [9]) No darás contra tu prójimo testimonio de falsedad. (Mandamiento Cinco [5]) honra a tu padre y a tu madre, (Mandamiento Mayor Segundo Dos [2]) y amarás a tu prójimo como a tí.” Dijo el hombre: “Todo eso lo he guardado; ¿qué más me hace falta?” Le dijo יַהשׁוּעָהְ Yahshuah: “Si deseas ser completo, ve, vende lo que tienes y da a los pobres, y tendrás tesoro en los Cielos; entonces ven y sígueme.” Al oír el hombre esta palabra se fue entristecido, porque tenía muchas posesiones. Dijo יַהשׁוּעָהְ Yahshuah a Sus discípulos: “אָמֵן (Amein) ciertamente Yo les digo, qué difícil es que un עָשִׁיר (ashiyr) rico entre en El Reino de los Cielos. Y de nuevo Yo les digo, es más fácil que un גָּמָל (gamal) camello pase por el camino del עַיִן (ayin) Ojo de la מַחַט (Macjat) Aguja, que un rico entre en El Reino de אֱלֹהִים Elojiym.”
El “Ojo de la Aguja” no refiere solamente a una aguja de coser o tejer. Este es un lugar físico determinado en el que hombres y mujeres debían quitar todo atavío y equipaje de los camellos para que estos entraran a beber en el “Ojo de agua”. La enseñanza nos refiere el hecho de que para entrar en El Reino de Yahweh, todos debemos despojarnos del viejo equipaje [de tenencias, sabidurías y poderes] y entrar a beber de El Agua de Vida. El ‘rico’ designa a la persona que se identifica con todas las formas de tener, saber y poder. Así, la ‘riqueza’ de éste consiste en la acumulación de identificaciones mas que en atesorar objetos materiales. Así la magnitud de las identificaciones se compara al tamaño de ‘un camello’. La palabra ‘camello’ en arameo es ܓܡܠܐ gamla que también es sinónima de ‘cuerda’, lo cual da lugar también a pensar que “es más fácil que una cuerda pase por el ojo de la aguja…” La cuerda se empleaba para coser sacos y telas de tiendas, y uno de los materiales que se empleaban justamente para fabricarlas era el pelo de ‘camello’; así, la parábola de Yahshuah no induce a pensar que entrar en el Reino sea fácil, sino todo lo contrario. La dificultad de hacer pasar una cuerda por el ojo de una aguja o de un camello por el Ojo de la Aguja nos debería hacer reflexionar en el sentido de que todos debemos entrar al Reino por la ‘puerta estrecha’. El hecho de pasar una cuerda por el ojo de una aguja alude a la necesidad de ser diestros, hábiles e incluso perseverantes. La vista espiritual debe ser aguda, sin embargo el extremo de la cuerda que deseamos que entre al ‘ojo’ puede deshilacharse lo que haría la tarea más difícil; así la cuerda necesita ser “reunificada” para poder pasarla, a fin de sortear los obstáculos interiores que interfieren en el “cruzar” la ‘puerta estrecha’ y eliminar la acumulación de identificaciones de ‘tener’, ‘saber’ y ‘poder’, y poder entrar con humildad.
Oyeron los discípulos y estaban asombrados. Decían: “Entonces, ¿quién podrá salvarse?” Los miró יַהשׁוּעָהְ Yahshuah y dijo: “Para los hijos de los hombres es cosa imposible, pero para אֱלֹהִים Elojiym todo es posible.” Respondió כֵּיפָא Keiyfa y les dijo: “He aquí, nosotros lo hemos dejado todo y Te hemos seguido, si así es, ¿qué recibiremos?” Les dijo יַהשׁוּעָהְ Yahshuah: “אָמֵן (Amein) ciertamente Yo les digo que ustedes que Me han seguido en la Renovación, cuando el Hijo del Hombre se siente en el כִּסֵּא (Kisei) Trono de Su Majestad, se sentarán también sobre doce כִּסְאוֹת (kisot) tronos para juzgar a Las שְׁנֵים-עָשָׂר (Shneiymasar) Doce שִׁבְטֵי (Shivteiy) Tribus de יִשְׂרָאֵל Yisraeil. Y quien haya dejado casas, o hermanos y hermanas, o padre y madre, o mujer o hijos o tierras por Mi Nombre, recibirá cien veces más, y heredará la Vida Eterna. Pero muchos de los primeros serán últimos, y los últimos, primeros.”