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  El administrador astuto
 


Elogio al administrador astuto

 

לוּקַס

Lukas 16:1-9

 

16:1 Decía también a sus discípulos: Era un hombre rico que tenía un administrador a quien acusaron ante él de malbaratar su hacienda;

16:2 le llamó y le dijo: ¿Qué oigo decir de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no podrás seguir administrando.

16:3 Se dijo a sí mismo el administrador: ¿Qué haré, pues mi maestro me quita la administración? Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza.

16:4 Ya sé lo que voy a hacer, para que cuando sea removido de la administración me reciban en sus casas.

16:5 Y convocando uno por uno a los deudores de su maestro, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi maestro?

16:6 Respondió: Cien medidas de aceite. El le dijo: Toma tu recibo, siéntate en seguida y escribe cincuenta.

16:7 Después dijo a otro: Tú, ¿cuánto debes? Contestó: Cien cargas de trigo. Dísele: Toma tu recibo y escribe ochenta.

16:8 El maestro exaltó al administrador injusto porque había obrado astutamente, pues los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los Hijos de la Luz.

 

16:9 Yo les digo: Háganse amigos con el dinero injusto, para que, cuando llegue a faltar, les reciban en las eternas moradas.

 

Una vez más una parábola se nos convierte en un espejo a través del cual nos vemos reflejados. Sin embargo, aún no nos hemos percatado de que somos administradores desde el mismísimo Jardín del Edén. No somos los amos puesto que no somos propietarios de la Viña; somos sólo sus administradores. En el fondo del asunto, nada es nuestro, ni siquiera la ropa que llevamos puesta o los alimentos que consumimos; todo, al final, es un legítimo préstamo que, por cierto, de manera ilegítima, pretendemos pagar.

 

¿Qué oigo decir de ti?

 

“… a

quien acusaron ante él de malbaratar su hacienda.”

 

Él lo sabe. El necesitar que de antemano se le informe sobre nuestro malbaratamiento de Su Hacienda está demás.

 

¿No es un digno ejemplo de esta clase de administrador el mismo Matiyaju (מַתִּיָהוּ Matiyaju 9:12-13 [conocido en occidente como “Mateo”])?

 

 

La seria dificultad de esta parábola

Esta parábola ha colocado en serios aprietos a exégetas y estudiosos, pues el maestro que elogia al administrador es el mismo Yahshuah, y el redactor del texto simplemente transcribe su comentario. La pregunta a flor de piel que cada cual se hace al leer este texto y en la superficie no comprende el mensaje de El Maestro de Galiyl es esta:

 

¿Cómo podría exaltar un rico a aquel que dilapida sus bienes?

 

Si se interpreta de forma literal este texto, encontramos que El Maestro aparece como defensor de la deshonestidad y de la mentira y que promueve la malversación y la falsificación. Si se acepta dicha interpretación, entonces se tendrá que contar con una buena táctica para sacar el asunto de tremendo aprieto. De otro lado, asumiendo de manera tácita que Yahshuah solamente está exaltando la “habilidad” y no precisamente el robo en sí sería una explicación simplona.

 

Interpretar la parábola en un sentido literal lo único que va a hacer es conducirnos a un camino sin salida del cual ningún erudito, por muy intelectual que sea, hallará realmente la salida o resolverá en definitiva el misterio.

 

En primera instancia debemos recordar que se trata de una parábola, la cual, y debido a su naturaleza, ya de por sí trae consigo un misterio profundo que está envuelto en un empaque que oculta el verdadero sentido de la misma. Que no se nos olvide la mención que El Maestro hiciera precisamente acerca del hecho de hablar en parábolas:

 

מַתִּיָהוּ

Matiyaju 13:10-17

 

 

Se acercaron los discípulos y Le preguntaron: “¿Por qué les hablas en comparaciones?” Respondió Él y dijo: “Es que a ustedes se les concedió conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no se les concedió. Porque a quien tiene algo, más se le dará, y más en abundancia tendrá, pero quien no tiene nada, también lo que tiene se le quitará. Por eso en parábolas (comparaciones) Yo les hablo, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni tampoco entienden. Y en ellos se cumple la profecía de יְשַׁעְיָהוּ Yshayaju que dice: Escuchen bien, y no entiendan, y vean bien, y no comprendan. Engorda el corazón de este pueblo y hazle duro de oídos, y adhiérele los ojos; no sea y vea con sus ojos, y oiga con sus oídos, y entienda con su corazón, y se transforme y se le sane. בְּרוּכֵי (Brucjeiy) Benditos sus ojos que ven, y sus oídos que oyen. אָמֵן (Amein) ciertamente les digo, muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven, y no vieron, y oír lo que ustedes oyen, y no oyeron.”

 

Al tomar como ejemplo El Maestro a un administrador injusto es evidente que no está haciendo referencia a posesiones terrenales, ni a fraudes financieros, ni a diezmos, ni a limosnas. Nada nos conduce a sacar conclusiones de índole económica. Si se considera tan sólo una pequeña intención de introducir interpretación económica, la parábola irremediablemente conducirá a la incomprensión y a la confusión.

 

Es importante examinar en detalle el concepto más relevante en la parábola. Sin lugar a dudas el verso 8 despeja el asunto al mencionar

 

הַסּוֹכֵן

 

 

הָרַמַּאי

 

Jasocjein JaRamay

 

La frase se traduce como “el administrador el injusto”, lo cual habla nada más y nada menos que de la injusticia que deriva de alguien que pertenece a este mundo. Se trata de la injusticia en todas sus manifestaciones con todas las implicaciones que ello conlleva.

 

Es más, en el verso 9 se habla del “dinero de la injusticia” (lo de este mundo) al decir:

 

מָמוֹן

 

 

הַמִּרְמָה

Mamon JaMirma

 

El término “Mamon” deriva de una raíz que, en su sentido original, denota “aquello en lo que se deposita confianza”/ Ello explica el por qué la fidelidad o confianza o la dignidad de confianza sean mencionadas en los versos 10 y 11:

 

 

 

El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho; y el que es injusto en lo mínimo, también lo es en lo mucho.

Si, pues, no fueron fieles en el dinero injusto ([מָמוֹן הַמִּרְמָה] mamon jamirma, en lo de este mundo), ¿quién les confiará lo verdadero?

 

Existe una oposición entre “el bien verdadero”, “lo que es tuyo”, y “lo que es ajeno”, es decir, “el dinero injusto” (mamon jamirma [marmaja en árabe]). Pero, si reducimos el “dinero de injusticia” al nivel económico o monetario, perdemos de vista la sustancia esencial de la enseñanza de esta parábola. ¿Por qué?

 

El verso 13 se ha interpretado a menudo en un sentido restrictivo en el que justamente el dinero es injusto por naturaleza, luego debe rechazarse de lleno. Pero, entonces ello malversaría lo que El Maestro trata de hacernos caer en cuenta.

Nadie puede servir a dos amos

 

 

Ningún siervo puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No pueden servir a Elojiym y al dinero (al mismo tiempo). (מַתִּיָהוּ Matiyaju 6:24; לוּקַס Lukas 16:13)

 

Toma (en occidente se conoce como Tomas) dice:

 

 

Yahshuah Ha dicho: no es posible que un hombre monte dos caballos, que tense dos arcos; y tampoco es posible que un siervo sirva a dos dueños; de ser así, honraría a uno y ultrajaría al otro. (Toma 47:1-8)

 

“Dinero” y Elojiym son una manera concisa de El Maestro aludir a dos planos diferentes de la realidad que nos acomete.

 

La Enseñanza (

הוֹרָאָהְ Joraah [Nótese que se asemeja en fonética y en escritura a תּוֹרַהְ Torah]) de El Maestro consiste, precisamente, en encaminar al discípulo de un plano a otro, pero para ello debe haber una ruptura, de un nivel a otro. Esto es lo que constituye el objetivo esencial de la existencia, es decir, de las rupturas de nivel cuando se avanza de un nivel hacia otro en ascenso; es decir, la necesidad de morir a un nivel para renacer en otro muy distinto.

 

Sin embargo, para renacer en otro nivel, se debe estar preparado. No solamente para comprenderlo, sino también para ser capaz de soportarlo.

Si se carece de una preparación adecuada, el estar expuesto a un nivel superior y a las energías resultantes de éste, puede constituir un peligro para el individuo tanto física como psíquicamente, ya que no tendría la fuerza necesaria para soportarlo.

El discípulo puede estar expuesto al peligro que, incluso, lo puede destruir; sin embargo, El Maestro tranquiliza a sus oyentes al asegurarles que bien vale la pena asumir los riesgos a fin de llevar a cabo una autentica transformación personal.

La guía segura para cada individuo la constituye la sabiduría que posee La Enseñanza de El Maestro, la cual libera del sufrimiento y del tormento de los peligros de este mundo.

Este consejo se puede hallar en בֶּן סִירַא סֶפֶר Sefer Ben Siyra 51:23-30

 

23 Acérquense a mí, ignorantes, instálense en la casa de instrucción.

24 ¿Por qué han de decir que están privados de ella, cuando sus almas tienen tanta sed?

25 He abierto mi boca y he hablado: Adquiéranla sin dinero;

26 Sometan al yugo su cuello, que su alma reciba la instrucción: está ahí a su alcance.

27 Vean con sus ojos lo poco que he penado y el mucho descanso que he encontrado para mí.

28 Participen de la instrucción con una gran suma de dinero, que mucho oro adquirirán con ella.

29 Que su alma se recree en la misericordia de Yahveh, no se avergüencen de su exaltación.

30 Ejecuten su obra antes del momento fijado, y Él les dará a su tiempo su recompensa.

¿Flagrante contradicción de El Maestro?

Yo les digo: Háganse amigos con el dinero injusto, para que, cuando llegue a faltar, les reciban en las eternas moradas.”

 

¿Cómo entender a El Maestro si en la superficie detectamos tan flagrante contradicción? He ahí el meollo del asunto, en la superficie, más no en lo profundo:

El “bien verdadero”, la verdadera riqueza, pertenece a una realidad de otro mundo, de otro orden que no puede someterse a ninguna clase de interpretación de este mundo:

 

Acumulen tesoros en los Cielos, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y ladrones no entran ni roban (מַתִּיָהוּ Matiyaju 6:20)

 

Se trata de tesoros que pertenecen a los Cielos (Shamayim: Shema, quien tenga oídos que oiga).

 

El hombre hábil no hace amigos con mamon de injusticia; dicho de otro modo, no es su esclavo, sino que mas bien hace amigos a partir, con base en el mamon de la injusticia (este mundo), a partir de él, de las experiencias de la vida con él, del conocimiento y de la inversión y de las circunstancias que se dirimen en los negocios de la existencia en este mundo. Mamon es el mundo en sí y sus negocios al cual ustedes, los hombres y las mujeres hábiles, le extraen el jugo. Pero, ustedes los hábiles de corazón y de mente son conscientes (muy distinto a concientes) de que el mundo no es la realidad última, sin embargo, saben sacarle el mejor partido sin convertirse en esclavos de él:

 

טִימוֹתִיּוֹס

 

ב Tiymotiyos Bet 2:4 Nadie que se dedica a la milicia se enreda en los negocios de la vida, si quiere complacer al que le ha alistado.

 

En ello estaba consciente Mashiyacj Yahshuah cuando le preguntaron (concientes):

 

לוּקַס

 

Lukas 2:49 Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?

 

Veamos la diferencia en las dos definiciones:

Conciente

 

: Elemento racional de la personalidad humana que siente, piensa, desea y obra con conocimiento de lo que hace. (La superficie, lo externo)

 

Consciente

 

: Propiedad del espíritu humano de reconocerse en sus propiedades esenciales y en todas las modificaciones que en sí mismo experimenta. El consciente posee el conocimiento sobre sí mismo, sobre su existencia y su relación con el mundo externo que lo rodea. (Lo profundo, lo interno)

 

Así, la parábola enuncia otra verdad aún mayor: Aquel que es digno de confianza en el mundo ordinario, es decir, el mundo donde “mamon” (lo injusto por naturaleza, lo de este mundo, lo mínimo, lo poco) opera, lo es también en una realidad mucho más elevada (lo mucho, lo del otro mundo, lo del Despertar):

 

 

Realmente cuando uno muere es cuando realmente Despierta. Zekbel

 

 

Fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho” (לוּקַס Lukas 16:10)

 

Aquel que no lo sea en un nivel determinado, tampoco lo será en otro más elevado. A quien le falte habilidad, capacidad, destreza de adaptación en el mundo presente (Olam Jazé), también le faltarán estas misma cualidades en el mundo venidero (Olam Jabá).

 

Los hijos del mundo más astutos con los suyos que los Hijos de la Luz

 

Ahora bien, El Maestro dice que estas cualidades son indispensables, sin embargo muestra su descontento porque “los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los Hijos de la Luz (verso , es decir, que los mundanos muestran más sabiduría en proveer para su futuro en este mundo que los verdaderos discípulos en guardar el Tesoro de los Cielos.

 

Esta es una alusión irónica aplicada a Sus discípulos, es decir, a nosotros, quienes estamos inmersos (Tevilah) en una vía de transformación.

 

Yahshuah aborda un principio espiritual universal y no una simple norma de conducta con respecto a cualquier perspectiva moralista. Cualquier discípulo de El Maestro es también un administrador de la propiedad de El Maestro, es decir, de Su Enseñanza. ¿Cómo dilapidar aquello que le sobra al propietario? El dueño no tiene reparo alguno en ello, pues lo que creemos que estamos dilapidándole a Él, en realidad nos lo estamos dilapidando a nosotros mismos, pues el bien verdadero que a Él interesa es otro muy distinto.

 

El mundo se convierte en un terreno de entrenamiento, un campo de adiestramiento y ejercicio del cual es posible completamente extraer algo inteligible:

 

Los humanos deben aprehender, muy distinto a aprender, lo que esté a su favor aquí y ahora, y prepararse en todo lo que se les ponga en frente dado para que lo conozcan y sepan las verdades acerca de la vida en este mundo, antes de ir en pos de verdades y conocimientos mucho más elevados.

 

Veamos la diferencia en las dos definiciones:

 

Aprender

 

: Adquirir el conocimiento de algo. (La superficie, lo externo)

 

Aprehender

 

: Tomar, asir, prender por medio de la asimilación y sobre todo la comprensión. (Lo profundo, lo interno)

 

Entender

 

: Captar el sentido de algo. (La superficie, lo externo)

 

Comprender

 

: Alcanzar, contener e incluir en sí alguna cosa. (Lo profundo, lo interno)

 

Oír

 

: Percibir un sonido a través del oído. (La superficie, lo externo)

 

Escuchar

 

: Prestar atención a lo que se oye. (Lo profundo, lo interno)

 

De modo que, el mundo tal y como lo vemos nunca es un obstáculo en la escalinata de la espiritualidad; por el contrario, es una academia de entrenamiento, una oportunidad para forjarse en la milicia verdadera, la del otro mundo. No se trata de enredarse o instalarse en los meandros (vanos ascensos, escalinatas endebles y superfluas) de la mente mundana (טִימוֹתִיּוֹס ב Tiymotiyos Bet 2:4 ):

 

¿Cuál fue entonces el resultado?

 

El administrador de esta parábola ha hecho acopio de ingentes esfuerzos y capacidad de readaptación ante una nueva situación en su vida. Su acción inmediata fue inteligente y reflejó una buena dosis de astucia y aplicación de nuevas estrategias de cambio.

 

Con todo y todo, el verso 9 es contradictorio porque Yahshuah dice que hay que hacer amigos mediante el mamon de la injusticia para asegurarse un lugar en los sukot o tabernáculos eternos. Sin embargo, las traducciones no tienen en cuenta la ruptura de nivel indicada por la alusión al bien verdadero, que en realidad es nuestro nivel, con respecto a lo que no es externo o extranjero.

 

 

 

Yo les digo: Háganse amigos con el dinero injusto, para que, cuando llegue a faltar, les reciban en las eternas moradas.

 

Pero la aparente confusión que se denota en este verso es aclarada con sabiduría en el verso 13 cuando dice:

 

 

Ningún siervo puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No pueden servir a Elojiym y al dinero.

 

En realidad, no es mediante la adquisición fraudulenta de ganancias que los Administradores de la viña asegurarán su Templo en la Eternidad, sino a través de la provisión en él, de los negocios ágiles que conlleva atesorar para el siguiente nivel después del ahora. Entendiendo que el futuro no existe porque es incierto, los negocios de los administradores deben lucrar cada ahora que ocurra en el prístino proceso del instante, del aquí. Es decir, ¿Cuál es la capacidad, tenacidad o astucia para proveer, llenar las moradas mientras se está en este mundo? Digno ejemplo de ello es Yosef en su descenso a Mitzrayim (Egipto) y las arcas repletas de granos de cereal, para enfrentar la hambruna mundana de siete años.

 

Las Eternas Moradas

 

 

En casa de mi Padre, muchas moradas hay… voy a preparar lugar para ustedes”.

(יוֹחָנָן Yocjanan 14:2)

 

 

Cuando el verso 8 del capítulo 16 de Lukas hace referencia a “los hijos de este mundo” (בְּנֵי הָעוֹלָם הַזֶּה [Bneiy JaOlam Jaze]), la palabra hebrea para mundo es “Olam”. Sin embargo, en el siguiente verso, es decir, el 9, cuando se menciona la frase “eternas moradas” el adjetivo tiene la misma palabra (מִשְׁכְּנוֹת עוֹלָם [Mishknot Olam]) que el sustantivo del verso anterior: Olam. En el primer caso, designa un período de duración corta, temporal, determinada, finita; mientras que en el segundo caso, el período de duración es extenso, intemporal, indeterminado, indefinido, infinito. De ahí que se infiera siempre un tiempo (que en realidad no es tiempo) por llegar de “duración” indefinida. La situación se explica mejor cuando observamos que la palabra “Olam” en el arameo es “Almah” (Eternidad), como aparece también en מַרְקוֹס Markos 8:36:

 

Porque ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo (Olam) entero si arruina su vida?

La raíz de esta palabra tiene una connotación de Juventud y de novedad, la perpetua novedad en el mundo de las formas, es decir, la Virginidad”; la absoluta comprensión del Nacer de Nuevo. ¿Por qué es que el Maestro insiste en Nacer de Nuevo del Agua y del Ruacj? Nakdimon pregunta: ¿Tengo que entrar de nuevo al vientre de mi madre y volver a nacer? El Maestro esperaba que Nakdimon entendiera que lo que era necesario era que Nakdimon entrara en sí mismo. Es decir, entrar en su actual tabernáculo, en la morada de sí mismo, a fin de aspirar a entrar en su tabernáculo celestial. De ahí el por qué en la parábola de las Diez Vírgenes, la palabra aramea

 

Almah que aquí significa Eternidad, allá es la palabra hebrea Almah que significa Virgen. He aquí la Fuente de la Eterna Juventud (La comprensión de la Enseñanza).

Las tiendas de aquí se preparan para las moradas de allá

 

Mishknot (מִשְׁכְּנוֹת) realmente significa, más allá de simples moradas, Templos, y su palabra singular en Mishkan (מִשְׁכַּנ), que en realidad es de lo cual siempre habló Yahveh a Su Pueblo, El Templo Eterno, cuya réplica de injusticia (de este mundo), en forma de tabernáculo en el desierto, fue edificada por Moshe el pastor y escribano.

 

Yahshuah no condena la futilidad del comportamiento del Administrador mediante la adquisición fraudulenta de ganancias; en realidad, lo que valora El Maestro es la capacidad del Administrador en asegurar su morada actual con vistas en el presente inmediatamente posterior en cuanto a provisión se refiere.

 

Las tiendas, en realidad reflejan lo temporal, lo pasajero, lo efímero, lo enteramente mortal. No en vano, las tiendas para Yisraeil fueron sus moradas mientras habitaron el desierto. De esta manera, El Maestro, en lugar de proponer al Administrador como un modelo a manera de ejemplo, Yahshuah lo que hace es una advertencia.

 

Aunque las tiendas de este mundo son temporales, El Maestro aprovecha la oportunidad para hacernos caer en la cuenta de que, mientras estemos aquí y ahora, debemos desarrollar cualidades específicas:

 

La habilidad en el dominio del tener, es decir, en el mundo relativo, debe transponerse de forma similar en el mundo eterno, es decir, en el dominio del ser, a fin de obtener un proceso espiritual auténtico. En ello consiste la paradoja que El Maestro emplea por medio de la parábola, es decir, que la vida consiste en el crecimiento del ser que está en este mundo sin ser de este mundo. No es de este mundo, repito, pero debe desarrollar cualidades específicas a fin de comprender la naturaleza real de la habilidad elogiada por El Mesías.

 

Sin embargo, hay quienes reflejan su incapacidad de comprender La Enseñanza (“a mal entendedor, muchas palabras):

 

“Estaban oyendo estas cosas los fariseos, que son amigos del dinero, y se burlaban de Él” (

 

לוּקַס Lukas 16:14)

 

 

Otro elemento de la parábola aporta una precisión sobre la habilidad elogiada por El Maestro. El Administrador desea reducir el pago de los deudores de su Maestro. Este tema ya de por sí se relaciona con otras parábolas, en especial se identifica precisamente con una de las demandas en la Oración de El Padre Nuestro:

 

 

Y perdona nuestras ofensas como también nosotros debemos perdonar…

(מַתִּיָהוּ Matiyaju 6:12; לוּקַס Lukas 11:4)

 

Generalmente, los exégetas consideran que el Besorah de Matiyaju es el más fiel al original arameo, en lo que Lukas describe como pecado, mantiene al final de la frase la noción de deudor.

 

Se pueden despejar enormes malentendidos si abordamos la parábola del Administrador desde la perspectiva de la actitud hábil consistente en reembolsar (limitar el descenso- Yireh [en el cual está la provisión]) lo que se debe, al fin de cuentas, para aliviar el peso (el ascenso sin límites- Aliyah [ahora la previsión eterna]) de este mundo a fin de elevarse en vuelo hacia la morada eterna.

 

Es normal que se quiera ver en el perdón de las ofensas que el prójimo tenga una actitud negativa hacia nosotros lo cual nos incita a “ajustar cuentas” (mas no cobrar venganza).

 

Saldar la deuda

 

Borrar la deuda

Vengar la deuda

 

La segunda de las tres se interpreta de manera que el genuino “perdón” consista en “borrar” la deuda o el pecado al que somos acreedores. La transacción sería completa si en nuestro interior no siguiéramos pensando que algo todavía se nos debe, o que seguimos estando ofendidos. El verdadero ajuste de cuentas no consiste en creer que el prójimo nos debe algo para, acto seguido, liberarlo de esa deuda, sino en no sentirse acreedor de ella. De manera que, al no haber un acreedor, tampoco hay deudor. Ello es lo que genera un vuelco total acerca de la percepción interior respecto de la parábola en cuestión, mediante el cual no se pretende aparecer a nuestro propio interior o al de los demás como personas con reputación de “generosas”.

Así, no es tanto el prójimo quien se libera mediante nuestro gesto fundamentado en una especie de moral benefactora, sino que nosotros mismos somos quienes nos liberamos del sentimiento de que nos debe algo. En eso consiste realmente el perdón. Sólo de esa manera, y a un nivel muy profundo, es que se reestablece, se restaura el ser, el equilibrio de la vida, de manera que todos somos aceptados tal cual somos plenamente.

 

Perdonar la deuda de otros posee la connotación o sentido exacto de liberar o más bien de dejar ir o de dejar libre, lo cual atañe enteramente a la facultad del Ser quien ejerce la acción del perdón. Para perdonar a otros hay que perdonarse primero a sí mismo, es decir, que la liberación comienza por casa, en sí mismo, de adentro hacia fuera.

La parábola del “deudor despiadado” o “siervo sin entrañas (sin interior)” de מַתִּיָהוּ Matiyaju 18:23-35 alude a esta misma idea en términos similares:

 

18:23 Por eso, se compara El Reino de los Cielos a un rey que quiso arreglar cuentas con sus siervos.

 

18:24 Cuando empezó a arreglar, le fue llevado un hombre que le debía diez mil monedas.

 

18:25 Como no tenía él para pagar, su maestro ordenó que lo vendieran, y a su mujer y a sus hijos y todo cuanto tenía, y así pagara su deuda.

 

18:26 Se inclinó el siervo y postrado ante él, dijo: Ahora, ten paciencia conmigo y todo te lo pagaré. (El término “inclinarse ante” o “postrarse ante” puede inferir también la acción de “adorar”)

 

18:27 Tuvo compasión el maestro de ese siervo, lo liberó y le perdonó la deuda.

 

18:28 Cuando salió aquel siervo, encontró a uno de sus amigos siervos que le debía cien מָּטְבֶּעִים (matbeiym) monedas. Lo agarró presionándolo y dijo: ¡Págame lo que me debes!

18:29 Entonces su amigo, cayó y le imploraba diciendo:

 

Ahora, ten paciencia conmigo y te pagaré.

 

18:30 Pero él no quiso, sino que fue y lo hizo encarcelar hasta que le pagara lo que le debía.

 

18:31 Cuando vieron sus amigos los siervos lo que había ocurrido, se entristecieron y fueron y dijeron a su maestro todo lo que había ocurrido.

18:32 Entonces, lo llamó su maestro y le dijo:

 

Siervo malo, te perdoné toda aquella deuda por la que me imploraste.

 

18:33 ¿No deberías tú también haber sido misericordioso con tu amigo el siervo, así como yo fui misericordioso contigo?

 

18:34 Y poniéndose enojado su maestro, a los carceleros lo entregó hasta que pagara todo lo que le debía.

18:35 Así también Mi Padre que está en los Cielos hará a ustedes, si no perdona ninguno de corazón a su hermano.”

 

Pero, volviendo a nuestro primer caso, el Administrador reduce la deuda, lo cual, visto desde otro ángulo, abre la vía a una posibilidad de comprensión distinta. Pero, los deudores deben al Maestro y no al Administrador ¿Entonces?

 

El Administrador formula la pregunta: “¿Cuánto debes a mi Maestro? ¿No se supone que el Administrador debería ser la persona en saber cuáles y cuántas son las deudas contraídas por los deudores con el Maestro? ¿No se supone que debería estar al tanto de ello? Pero hay algo más complejo aún: el Administrador no es quien escribe las facturas, sino los mismísimos deudores. ¿Entonces?

 

La actitud del Administrador establece que no debemos insistir en las deudas que los demás pueden contraer eventualmente y que se debe ver a los deudores bajo la luz que haga que parezcan mejores de lo que son en realidad.

 

Lo que se nota a simple vista como una falsificación de documento, realmente en lo profundo es una minimización de las deudas, es decir, el ejercicio de la benevolencia. En la falsa factura, es decir, a través de la careta de este mundo se minimiza aquel saldo que vemos como negativo en los demás. No existe la trampa en el acto, pues Yahshuah claramente deja entrever que el Maestro de las deudas es Yahveh, a Quien lo que menos interesa es que se le devuelva el 100% de lo que se le debe, pues, finalmente, Él Es El Amo y Maestro de todo.

 

La intención de El Maestro es que nosotros seamos como el Administrador, quien perdonó, para así luego ser perdonado por su Maestro:

 

Y perdona nuestras ofensas

 

(deudas), como también nosotros debemos perdonar a nuestros ofensores (deudores). (

מַתִּיָהוּ Matiyaju 6:12)

 

El monto de cada deuda no tiene aquí ninguna importancia. Por ello es que los fariseos no lo entendieron e hicieron burla de El Maestro. Esa es la habilidad del Administrador que promueve Yahshuah, la cual, ante todo, permite purificar nuestro estado interior.

 

El mensaje es el siguiente

 

Si en verdad (genuinamente) eres capaz de perdonar a otro, entonces, en verdad, eres capaz de perdonarte a ti mismo. De esa manera es que te liberas de una enorme carga mundana, a fin de obtener la liviandad de la riqueza del Reino de los Cielos.

 

Así pues, la habilidad consiste en la capacidad de reducir conscientemente las deudas del prójimo.

 

La parábola dice que el Administrador hizo lo siguiente:

 

Y convocando uno por uno a los deudores de su maestro.

 

 

Es decir, que cuando “se llama uno a uno” a los deudores, se indica que se está en la actitud misma hacia todo el mundo. Se trata de una forma de ayudar al deudor a superar la deuda que lo postra (esclaviza). Obrando de esa manera, sin darnos cuenta (¿qué tal que fuera de manera consciente?) estamos superando nuestra propia postración (esclavitud). En verdad, quien contrae la deuda es esclavo de quien se la acredita:

 

Porque si perdonas a los hijos de los hombres sus transgresiones, también su Padre que Está en los Cielos los perdonará a ustedes.

 

Y si no perdonan a los hijos de los hombres, tampoco su Padre perdonará sus transgresiones. (מַתִּיָהוּ Matiyaju 6:14-15)

 

De ahí que ya no se nos llamen más “siervos”:

 

 

No son ya m

 

ás llamados

 

עֲבָדִים (avadim) siervos, porque el עֶבֶד (eved) siervo no sabe lo que hace su maestro. Los he llamado amigos, porque les He dado a conocer todo lo que He escuchado acerca de Mi אַבָּא Aba (Padre). (יוֹחָנָן Yocjanan 15:15)

 

 

No se trata de pensar que la vida en general está en deuda con nosotros, pues es esa precisamente la postura materialista de la que El Maestro desea sacarnos a la mayor brevedad posible.

 

El Maestro nos enseña que reducir las deudas de otros consiste en considerar que la vida (de otros) no nos debe nada y que no podemos exigir nada de ella. Somos nosotros quienes estamos en deuda con todo lo que nos rodea; no es el planeta quien está en deuda con nosotros. Somos nosotros sus deudores. Somos nosotros quienes hemos causado su estado de postración actual. Debemos llegar a la conclusión de que, en realidad, somos nosotros quienes estamos en deuda con la vida (de otros).

 

Si profundizamos más, el sentimiento de estar en deuda aumentará, pues, al final de cuentas, nosotros mismos nos percataremos (seremos conscientes) de que nunca estaremos en condiciones de reembolsar la riqueza que se nos revela aquí y ahora, y que sin darnos cuenta se nos ha dado gratuitamente (de ahí que la vida sea un regalo).

 

 

Usualmente, y con el fin de agradecer algún favor en especial, en algunos países de habla hispana se utiliza la frase: “Dios le pague”, a la cual debiera responderse: “Él ya me pagó por adelantado, al darme la vida

 

La deuda real que hemos contraído con nuestro Hacedor y con la vida misma, que se nos ha otorgado gratuitamente, consiste más bien en agradecimiento y consciencia de ello.

 

La clase y el monto de la deuda

 

16:5 Y convocando uno por uno a los deudores de su maestro, dijo al primero:

¿Cuánto debes a mi maestro?

16:6 Respondió: Cien medidas de aceite. El le dijo: Toma tu recibo, siéntate en seguida y escribe cincuenta.

 

16:7 Después dijo a otro: Tú, ¿cuánto debes? Contestó: Cien cargas de trigo. Dísele: Toma tu recibo y escribe ochenta.

 

En esta parte de El Camino, la parábola está cargada de enormes reflejos para nuestro crecimiento interior:

 

El primer deudor debe cien medidas de aceite (unción), mientras que el segundo adeuda cien cargas de trigo (pan).

 

El Pan para mañana

 

(hace referencia a la Venida de El Reino de Yahweh) nuestro (en arameo dice “de nuestra necesidad”)noslo hoy. (מַתִּיָהוּ Matiyaju 6:11) Y perdona nuestras ofensas, como también nosotros debemos perdonar a nuestros ofensores. (מַתִּיָהוּ Matiyaju 6:12)

 

En donde la esencia de la plegaria está en no negarle el pan a nadie, ni aún a aquellos que nos deben.

 

La cifra cien es muy importante, pues refleja la totalidad, tal como se vio con respecto al rebaño de las cien ovejas en la parábola de la Oveja Perdida. ( )

 

Así, los deudores son, por tanto, 100% o completamente deudores, es decir, todos y cada uno de nosotros debemos el 100%, todo. El Maestro requiere que nos demos cuenta de que todos debemos el cien por el cien de todo lo que se nos ha otorgado. El aceite y el pan son cargas reflectivas enormes que indican la provisión de El Dueño y Amo del Universo para el sostén de nuestras vidas. En definitiva, todos somos deudores del 100% del Aceite, de la Unción, del aliento de vida; y del 100% del trigo, del pan, del alimento, del sostenimiento en esta vida. De esta manera es que El Maestro emite su sentencia a condición de reflejarnos en ella como deudores conscientes de nuestra condición de deudores:

 

No debemos algo, una pequeña porción o un pequeño porcentaje por haber hecho algo al prójimo o por haber contraído algo con él; todo lo contrario, debemos todo, el 100%, ¿Por qué? Por lo que no hemos hecho o hemos dejado de hacer por nuestra propia existencia, por eso.

 

De ahí el por qué del reclamo de El Maestro cuando dice:

 

“…

 

los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los Hijos de la Luz”.

 

Es con nuestra propia existencia con quien estamos a la verdad pura en deuda. Tenemos el deber existencial de ser conscientes de ello. Nuestra responsabilidad debe ser en lo tocante a la transformación de nuestra actual manera de pensar y de afrontar la vida tal y como es, no tal y como nos la imaginamos; ahí es donde está el error en el que todos hemos caído.

 

Realmente, reducir la deuda equivale a reducir la distancia que nos separa de El Padre que está en los Cielos.

 

Reducir la deuda consiste en hacer más corto El Camino a fin de saber llegar (no llegar más rápido) al Reino de los Cielos.

 

La parábola precisa que estamos en deuda con El Maestro no como figura humana en sí, sino como El Mensajero de la Verdad Suprema, respecto a la cual todo, al fin y al cabo, tenemos que rendir cuentas.

 

Para llevar a la práctica la parábola, hay que atesorar una habilidad muy superior:

 

El Despertar, es decir, la destreza para descubrir y conocer a profundidad la Esencia, la verdadera Sustancia, del por qué y el para qué estamos aquí y ahora de acuerdo a la Enseñanza de El Maestro Alfarero.

 

Se trata de descubrir, es decir, quitar las coberturas para hallar las respuestas a los misterios más profundos del Universo. Se trata de quitar la cáscara a la fruta de la existencia con el fin de nutrirnos de ella. Se trata de descubrir, es decir, desnudar la manera económica más rentable y creciente del por qué y el para qué se está en los Negocios de El Padre….

 
 
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